Las librerías y los museos son sitios infalibles para ir de pesca, según aquellos que flirtean y bucean en esos mares de profundidad intelectual. Dicen que es sencillo, te paras al lado de la victima y si es ante un cuadro que la persona mira, le haces un comentario como: - Quién es el autor del cuadro? , si contesta que no sabe, ya tienes hecho el mandado; sabrás que es ignorante como tù y ahora cualquier banalidad es propicia. Se presentan y toman café luego y, vienen sucesos que quizá jamás mediste.
En una librería tienes que tener màs precisión; quienes van por libros, por lo general, saben lo que buscan. Si no saben lo que buscan, debes ofrecerte para recomendar el mejor libro que hayas leído. Si eres mitòmano completo, no se te ocurra recomendar con mentiras, si es una mujer caerá en cuenta de inmediato que le estás diciendo invectivas raras.
Pero, hay acontecimientos inesperados. Puede que existan dos personas que se consiguen karmaticamente y no les importe ni los museos ni los libros y solo buscan alguien que les agrade o que el destino los ponga donde hay.
Esto fue lo que sucedió con Gladiola y Florentino. Se conocieron en una librería y ambos ni son lectores ni nada por el estilo. De aquella librería, ambos salieron cargados de libros solo para agradarse y sentirse intelectuales. El poder del dinero es terrible. Salieron y compartieron sus números telefónicos. Tomaron café y en la noche vieron una película de mitología griega.
Continuaron viéndose y las relaciones se estrecharon hasta ir a la cama. Todo iba bien. Se enamoraron y cada quien en su casa. Resulta que Gladiola tenia cuatro hijos y Florentino ocho.
Duraron cinco años y en donde mejor se comprendían era en tálamos de hoteles. Pero llegó la crisis y la carestía organizada en Venezuela. Se empobrecieron rápidamente; las relaciones que marchaban bien se deterioraron y cuando se pidieron tiempo, todo se acabò súbitamente.
No te enamores en socialismo porque sabrás las ventajas del capitalismo con el dolor en el corazón.