La princesa era perfecta. Es trabajo de una princesa ser perfecta. Una niña de cuentos con un enorme castillo que doblaba el tamaño de su madurez. Una vez, el narrador le dio a probar un trago de realidad: su padre, quien la encerraba en una jaula de amor para que nada le pasara, falleció. Pero como la princesa debía ser siempre cuidada, el escritor le encontró un príncipe destinado a vivir a su lado, cuidando al frágil cristal de princesa. Y esta es la razón por la que no me gustan los cuentos de hadas: La princesa sólo es la persona que se cuida, no que se ama. Tal vez por eso nunca escriben qué pasó en el 《happily ever after》. El amor parece más complicado de explicar.