El Silbido de Papa.
Las 9 pm en punto, un hombre corpulento se asoma por la ventana de balcón y mira con mucho cuidado en todas direcciones, desaparece de allí y en cuestión de minutos o menos, esta vez vuelve aparecer en el umbral de la puerta, escudriñando aún más las calles, iluminadas por las viejas farolas en pleno centro de la otrora pequeña ciudad.
Parecía vigía nocturno, solo le faltaban los binoculares para equipar al sujeto María, ¿dime? ¿Dónde están los muchachos? Volteando la mirada dentro de su morada, deben estar por la calle San José o ahí mismo, ¿no los veo María?
Bueno ya tú sabes que hacer le increpo, cuál militar que nunca fue, cuál gallo gigante de un gallinero se acomodó, respiro profundo justo para tocar su particular y original diana o simplemente cantar como el gallo del gallinero, silbo con todas sus fuerzas, silbo solo dos veces, casi siempre decían que se escuchaba mucho más allá de todas las calles, su silbido era agudo, todos los conocían hombres y mujeres, viejos, jóvenes y sobre todo los niños.
Contaban que el silbido eran las campanadas que nunca tocaba la Iglesia, era la alerta para dejar de hacer lo innecesario y correr a ver la telenovela, o el programa de radio de la época, era el canto de sirena para que los más pequeños se fueran en los brazos de Morfeo a dormir, pera nosotros era el respeto, el clarín del militar, la obediencia absoluta al horario de cuando deberíamos estar en casa.
Ni un minuto más podíamos estar fuera, los más grandes se burlaban, otros reían y hasta nos retaban ¿a que no vas? Nos retaban los otros chicos más grandes
Parecíamos suricatos cuando afinábamos el oído al escucharlos, el tiempo se detenía y como hipnotizados, los 5 corríamos a casa de diferentes direcciones e intereses, allí estaba el serio y con voz gruesa decía: es hora de dormir pasen…
Después de 40 años recordamos que hubo alguien que lo comenzó a imitar durante un corto periodo, parecíamos estar despistados con tantas falsas alarmas, papa se dio cuanta y lo detuvo en seco y le dijo en pocas palabras que el silbido era de él, que lo había patentado era exclusivo para sus hijos, sin percatarse que era la diana y el reloj de todos.
Durante años traté en vano de ver como gesticulaba ese silbido y nunca pude, de hecho la mayoría no sabemos silbar, nunca aprendimos.
Al pasar los años y con nuestro padre aún vivo recordamos con emoción que el Silbido de Papa nos ayudó en ese proceso de aprendizaje, respetar normas, las horas y sobre todo al prójimo, ya a su edad no lo entona como ayer, su vejes no lo permite, pero lo recuerda bien y se ríe con nosotros, mi hermano menor una vez nos visitó y al fin logro silbar en dos tonos, pero nunca es y será el mismo sonido ya no hay quien lo escuche, ni novelas que ver solo queda es recuerdo entre nosotros y aquellos que aún lo recuerda del Silbido de Papa…@youngirl
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