En el año 2010 estaba estudiando un diplomado en Madrid. En esa época era capaz de comer poquito cada día por ahorrar de la beca para viajar, y los mismo hacía una compañera de Costa Rica, Luisa, por lo que nos volvimos amigas inseparables de viajes.
Por ahí por febrero teníamos unos días libres, como un fin de semana largo, y Luisa y yo empezamos a buscar vuelos baratos para ver a dónde íbamos. En Europa se tiene la ventaja de que hay aerolíneas de bajo costo que permiten que recorras muchos sitios, eso sí, sin maleta. Encontramos un vuelo barato para Bélgica, por el aeropuerto de Charleroi que está en las afueras de Bruselas, y como teníamos 4 días, visitaríamos por tren Gante, Brujas y Bruselas, en tren.
Aquella emoción... Nosotras llegando al aeropuerto, tomar un bus hasta la estación central de Bruselas y de allí tren a Gante. Siempre me han emocionado los trenes, y bueno, esos eran una belleza.
Llegamos la noche del miércoles a Gante. Nos quedamos en un hostal hermoso, una casa antigua (bueno, ahí todo es antiguo), salimos a caminar y a comer. Recorrimos las cercanías del hostal porque ya era muy tarde y a dormir.
En la mañana, desayuno ligero de pan, mermelada y café (muy típico en Europa) y caminar. Paseamos por sus calles empedradas y conocimos todo el centro de la ciudad. Es muy, muy hermoso Gante. Fuimos por chocolate caliente y waffles y recojimos las cosas para irnos a Brujas.
Hacía mucho frío, por eso me verán ese chaquetón siempre puesto jajajaja. Estábamos congeladas. Imaginen estas latinas de tierras calientes en el invierno europeo (menos mal ya estaba acabando).
Bueno, tomamos bus para la estación de tren de Gante rumbo a Brujas, la ciudad soñada. A ver, ¿quién no quiere ir a Brujas?, eso se ve hermoso en las fotos, como de película. Fue muy fácil comprar los boletos porque eso si te tienen los belgas, son súper organizados y para el turismo, más. Yo pensaba que me pedirían pasaporte para todo así que lo saqué de mi cartera bien guardada (como me enseñó mi papá para que dejara de ser bocabierta) y lo guardé en el bolsillo del chaquetón. Para nada porque no me lo pidieron.
En una hora estábamos en Brujas. El paisaje visto desde el tren: BRU TAL. La ciudad caminando: BRU TAL. Llegamos al hostal, conseguimos uno barato en toda la Gran Plaza, la habitación muy pequeña pero funcional porque estaba demasiado céntrico, muy cerca de todas las cervecerías jejeje. Ya era hora de ir a comer, pero...
Me reviso los bolsillos, reviso la cartera, reviso la mochila, reviso TODAS LAS PARTES DE MI CUERPO Y NO ESTÁÁÁÁÁÁÁ!!!! No estááááááááááááá. "Luisa, mi pasaporte no estááááááá", "Luisa, me voya moriiiiirrr", "Luisaaaaaaaaaa y ahora que hagoooooooo".
La pobre Luisa no encontraba qué hacer. Y yo empiezo a llorar a mares y a decirme a mi misma "mi misma y ¿ahora?, ¿cómo vas a regresar a España?, ¿y la visa de estudiante?, ¿qué le vas a decir a tu mamá?, y ¿si te meten presa?. Y a llorar como Magdalena.
Menos mal, a veces tengo mis momentos que me pongo más pilas y recuerdo que llevaba una libretita con el teléfono de la embajada de Venezuela en los Países Bajos (mi papá siempre me dijo que esos telf siempre había que tenerlos, ya sé por qué). Bajamos al lobby-restaurant del hostal y no nos podían prestar el telf, teníamos que llamar desde uno público. O SEAAAAA, gastar los pocos euros que teníamos llamando, eso es carísimo por allá.
Jueves en la tarde, en Brujas, llorando, sin comer y gastando los euros en llamadas a la embajada. Primero me atienden y me dicen que ahí no es, que es el consulado. Llamo al consulado y me dicen que nada, debo ir a la policía y poner la denuncia y luego irme lo más rápido posible a Bruselas a resolver.
Ahora, a averiguar dónde quedaba la policía de Brujas... Preguntar y preguntar (bueno, preguntaba Luisa, yo solo lloraba XD). Menos mal, también estaba cerca y pudimos ir caminando. Entramos y nos atiende un señor que parecía San Nicolás por lo gordito, barbudo, catire y amable. Me tomó los datos, mi carnet de estudiante del transporte de Madrid (eso tiene foto y número de pasaporte) y nos pasó con otros policías para redactar la denuncia. Fueron en extremo amables, hasta buscaron un policía que hablaba español para conversar mejor. Me dieron mi papel, dijeron que buscarían en los trenes porque seguro se me había caído del bolsillo del chaquetón (por gafa y bocabierta) y que nos fuéramos en la mañana a Bruselas.
Regresamos a la plaza, comimos, tomamos cervezas para el estrés y a dormir.
En la mañana, tempranito, nos fuimos caminando a la estación de tren y aprovechamos de tomar fotos y conocer el centro de Brujas (no podíamos irnos así como así de la ciudad de mis sueños).
Menos mal en esos países no hay mucho rollo en conseguir pasaje de tren. Al mediodía ya estábamos en Bruselas. De paso, en la estación central hay una oficina de información donde atienden de la manera más eficiente posible. Le digo al señor: I need to go to the Venezuelan Embassy, it`s an emergency, así, en ese inglés terrible y él, en unos segundo me imprimió un itinerario en español con cada uno de los medios de transporte que debía tomar, con horarios exactos y colores para que no me perdiera. Me dijo dónde comprar los tickets y me deseó suerte (ainnnnsss, tan bellos los belgas).
Metro, tranvía (que bello el tranvía) y patica y llegamos al consulado. Y ¿saben qué? cerrado por almuerzo JAJAJAJAJAJAJAJA. Luisa y yo decidimos no estresarnos y nos fuimos a comer cualquier cosa cerca para matar el tiempo, y volvimos como a las 2:30 pm. Allí todo cambió, nos atendió el mismo cónsul, nos dió café venezolano (pude demostrarle a Luisa que el nuestro es mejor que el de Costa Rica jajajajaj) me dijo que me quedara tranquila que con la denuncia y llamadas que él hacía a Madrid podía volver el domingo, pero que no podía darme un pasaporte provisional porque costaba 200 euros y era viernes en la tarde. Allí estuvimos un rato y, de repente el cónsul viene todo contento "Ynés, me acaba de llamar la policía de Gante, consiguieron un pasaporte venezolano en el tren y que me lo envían para acá el lunes, no me dijeron el nombre por motivos de seguridad, pero debe ser el tuyo porque no es común venezolanos por esos lados". Y yo morí de emoción. Me dijo, también que si tenía una copia del pasaporte sería mejor y yo pensé "mierda, tengo que llamar a mi mamá en Venezuela y esa se va a estresar". Un problema a la vez... jajajajajaja
Nos fuimos al hotel que ya teníamos cuadrado, también medio céntrico. Tenía solo 5 euros para una llamada internacional JAJAJAJAJA. Llamo y sólo pude decir "mamá, perdí el pasaporte" y se cortó JAJAJAJAJAJA. Se imaginarán a esa doña, se le debe haber subido la tensión. En el hostel había internet, menos mal, y me conecto al MSN (era la moda en ese momento, ok) y no había nadie de mi familia. Tuve que escrubirle a una amiga que llamara a mi hermano que le echara el cuento a mi mamá. Una odisea, pero conseguí mi copia.
Ya, con eso fui feliz. Paseamos por Bruselas (merece un capítulo aparte) todo el sábado, tomamos cervezas, comimos waffles con helado y chocolate y el domingo de regreso a Madrid sin problemas, con la denuncia y la copia del pasaporte.
El cónsul me llamó el martes que lo tenía allí y que si era el mío y se saltó canales diplomáticos y en vez de enviarlo a Venezuela (es lo que normalmente se hace), lo envió al consulado de Madrid. Y allí fui a buscarlo el jueves siguiente corriendo para poder llegar a tiempo al aeropuerto porque ya tenía comprado pasaje para Roma (no escarmiento jajajaja).
Y así fueron los días más estresantes de mi estudio en Europa en 2010.
Moraleja: cuiden mucho sus pertenencias, estén pilas, y Bélgica es un país para visitar mil veces. Y en la próxima les cuento cómo me perdí en Moscú jajajajajaja
Abrazo Steemian! Espero les haya gustado la historia.
excelente anécdota