He leído que la entrada tiene que ser “alegre y llamativa” por así decirlo, pero la verdad hoy no les escribo con esos ánimos, hoy les escribo con temor.

Como sale en mi blog, y como muchos de los que tal vez me lean, soy venezolana y creo que es primera vez que voy a hablar abiertamente sobre esto que nos está pasando. No, no voy a tocar un tema tan obvio como decir que todo es culpa del gobierno, voy a ser más franca que eso.

Hace casi un año supe que estaba embarazada y este hecho me cayó tan pesado que solo podía pensar en eso. Quienes alguna vez me conocieron sabrán que es algo que jamás se esperó de mí por como soy, pero sin embargo pasó como a muchos les pasa y no fue el fin de mi mundo.
Un día mi mama se sentó a mi lado, bajo esa nube gris que tenía sobre la cabeza y me dijo “Ya. Sácate esa depresión de encima y enfócate en terminar tu carrera antes que la bebe nazca” y exactamente eso hice. Tape todos los huequitos de mi mente y me enfoque en una sola cosa: graduarme en menos de 9 meses. Y quienes me vieron en la calle en algún momento del 2017 son testigos de todas las vueltas que hice con mi barriga, todo lo que camine, todo transporte público que tome, todas las horas que cumplí y más, aunque tenía récipes que me mandaban a descansar, a no salir ni mucho menos caminar lo que yo caminaba, y no era porque no pensara en la salud de mi bebe pero yo me conocía, conocía mis límites y lo que era capaz y sabía que mi bebe era tan fuerte como yo; y no me equivoque.

Mientras todo esto me pasaba Venezuela estaba bajo el ojo del huracán con sus protestas, pero yo no me podía detener porque sabía que si no lo hacía antes de ese tiempo no lo iba a poder hacer hasta dentro de un tiempo. Y un día un amigo me pregunto “Majo ¿qué piensas tu sobre todo lo que está pasando?” y mi respuesta fue “Mira Luis, yo la verdad ahorita no tengo cabeza para más nada” y por esa respuesta es que me incluyo en todo el paquete. Lo admito, así pensé y así actué y así como yo hay muchos más con otras razones, razones que como las mías también son válidas pero que también nos afectan a todos a la final.

Anoche me acosté que temor. Cuando mostraron la foto de este señor, Oscar Pérez, que como muchos pensé al principio que era una cortina de humo más, me dieron una cachetada en el alma y me dijeron “Si, Majo. La gente mala existe y no son más que los buenos, pero están despiertos y los buenos aun duermen.” Pero nuestro enemigo en común no es solo el Gobierno, son muchos más; la falta de valores, es la corrupción, la mala educación pero sobre todo, y es el punto de este post, la apatía.

Hace unos días, entre tantas cosas que uno lee, salió la noticia de que una chica de 15 años que había dado a luz en una cola del pernil y nadie la ayudo para “no perder su puesto”.

Hoy está de moda en todo el mundo la apatía, la insensibilidad. He leído comentarios diciendo “pa’ que siga” como si se mereciera tal dolor y desinterés o “es solo un cadáver”, con las víctimas de este país, porque creen que mientras más insensibles sean más geniales son. Y todos quieren ser insensibles hasta que es alguien que quieres o eres tú.
Entre toda la gente que mataron ayer había una mujer embarazada, no ha sido confirmado y muchos dirán “es para crear más drama” pero si eso no les sirve de ejemplo entonces hablemos de la chica embarazada que murió de un tiro en la cabeza por un GN por reclamar su pernil. Tal vez la mayoría no lo sabe, pero estar en ese estado uno se siente tan vulnerable, no es nada fácil tener un bebe en tu vientre porque todo lo que hagas o dejes de hacer, todo lo que escuches, todo lo que sientas y comas él también lo siente. Y yo, al haber estado en ese estado, me pongo en su lugar y digo “¿Y si hubiese sido yo? ¿Y si él bebe que no nació hubiese sido mi Zoe?” pero eso tampoco los hubiese detenido.

Tanto los malos como nosotros estamos dormidos bajo la apatía, la insensibilidad, pensando que mientras no nos pase a nosotros podemos vivir con eso. Y si piensan que no es así hagan la prueba, vayan a un lugar público a hablar de lo que paso ayer y por lo menos una o dos personas dirán “¿Aquí también vamos a hablar de eso?” o “¿Podemos hablar de otra cosa?” porque sabemos que si no tocamos el tema no nos afectara. Y tampoco quiero decir con esto que solo hablando del tema ya estamos haciendo algo.

Este enorme defecto que tenemos hoy nos ha enterrado y nos ha hecho olvidar que el amor al prójimo no es solo al que nos cae bien, porque el que nos cae mal también pasa por las cosas que nosotros pasamos y tal vez peor o mejor que nosotros, pero les pasan.

Yo también pensé que era una artimaña la rebelión de este sujeto y nuestra falta de apoyo por quienes quieren ayudarnos a nosotros mismos también fue la causa de su muerte, pero no solo esta él, también los que han muerto en las protestas, los que han muerto de hambre, los que han muerto en los hospitales y en nuestra indiferencia como pueblo.

¿No tenemos suficientes motivos para levantarnos todos juntos por amor?

Tenemos un mal gobierno y eso está más que claro. Son asesinos, son corruptos y no tienen respeto por las familias venezolanas porque como muchos de nosotros: ellos están bien y es lo único que les importa. Pero nosotros somos más, y seremos muchos más cuando decidamos ponernos en los zapatos de los demás. Cuando mires a ese policía, esa embarazada, ese inocente, ese valiente o cualquier otro que necesite a alguien más y pienses “ese puede ser mi hermano, o mi papá, o mi tío, o mi mejor amiga”.

Ya basta de decirnos “El pueblo tiene lo que se merece” porque tú también eres pueblo y yo no creo que te merezcas esto.