Entendemos por salud emocional al estado mental en el que existe un equilibrio entre los pensamientos, sentimientos y acciones. Al existir un equilibrio en esta tríada las personas pueden desenvolverse en la vida diaria con asertividad, con actitudes que a simple vista fluyen y se reflejan en otros con facilidad generando un efecto de retroalimentación positiva.
Actualmente, en medio de la crisis que vivimos puede ser difícil mantener un balance. Rumores, cadenas de whatsapp, publicaciones en facebook y más, son mensajes que pueden aturdir, confundir, desmotivar y hasta fomentar el nerviosismo; se observan personas con la mirada perdida, en una especie de trance catatónico, distraídas de la vida que las rodea. Dicha situación se transmite consciente e inconscientemente a familiares, vecinos y amigos, creando una espiral interminable de pensamientos negativos que llegan a causar que los cuerpos somaticen, desarrollando enfermedades que en realidad no tienen. Inclusive estas situaciones sirven como catalizador para desencadenar o empeorar patologías mentales presentes en algunos individuos.
En el transcurrir de la vida cotidiana, es importante analizar las situaciones y crear un contexto de las circunstancias a nuestro alrededor de acuerdo a las necesidades, condiciones y oportunidades que se puedan tener y de acuerdo a lo que se pueda controlar. El primer paso es identificar los factores externos e internos que nos afectan. Enfocarse en el bienestar personal es la mejor alternativa para cada cuerpo; es bien sabido que la buena alimentación, el ejercicio, la risa y el sueño tranquilo son complementos necesarios para una buena salud mental, al igual que rodearse de otras personas positivas.
Para finalizar, es importante tomarse un periodo del día para desacelerar, sentarse, sentirse, desfragmentar los pensamientos, ordenar las ideas, identificar y aclarar los sentimientos, así como definir las acciones que permitan cumplir los objetivos planificados a corto y largo plazo.
En efecto, es importante ser personas centradas mas aun en tiempos de dificultades, como decía mi padre, cuando se está en un grado extremo de desconcierto o estrés, el aturdimiento no nos deja pensar ni buscarle una solución o resolución con más claridad, al problema o dificultad. Nos debemos abstraer del inconveniente y analizar en frio, para de esta manera tomar las mejores decisiones. Me gusta mucho aplicar la palabra resiliencia. Gracias por su post. Muy interesante.