Y no se trata de hablar por hablar (aunque, de hecho, a veces sucede), sino que cada hablante elige deliberadamente, en una situación determinada, un elemento y no otro en la secuencia hablada. ¿Qué es lo que hace que digamos una oración o percibamos un significado diferente en cada una de ellas?
Todo hablante con competencia lingüística comprende que una oración está “bien formada” sin darle muchas vueltas al asunto. Si tenemos las siguientes sucesiones de palabras como:
a) La casa es blanca
b) Blanca es la casa
c) La casa blanca es
d) Es blanca la casa
e) Es la casa blanca
Notamos inmediatamente una sucesión de palabras que poseen un significado cabal de lo que se quiere decir y que además concuerda con lo que entendemos por oración “bien formada”. ¿Todas dicen lo mismo? Tal vez no, tal vez sí. En un nivel sintáctico, la selección deliberada de estas secuencias es diferente y han de ser percibidas por un receptor como tales, porque de otra manera podría comprometer la comprensión de lo dicho.
Esto último se comprende fácilmente si la secuencia seleccionada fuera “blanca es casa la” o “blanca la es casa” entre otras posibles combinaciones, donde se percibe inmediatamente que algo no anda bien sintácticamente hablando.
Para un hablante del idioma español resulta obvio que existen diferencias entre las oraciones:
a) Hoy estoy triste.
b) Hoy estoy para penas solamente*.
Sin embargo, aunque a y b representan elecciones diferentes, tienen el mismo significado y estructuralmente son iguales.
En cambio, en las elecciones:
a) Hoy he llegado tarde.
b) Hoy, llegado tarde he.
Aquí la estructura varía y el contenido también, pues para un hablante de este siglo XXI, la oración b nos luce como anticuada y hasta ridícula, por lo que el receptor podría interpretarla, probablemente, como algo gracioso o irónico (Domínguez, M. 1998, p. p. 102-103).
Desde esta representación, las elecciones que hace cada hablante es una variación funcional que permite establecer por qué un hablante elige utilizar un elemento como principio de significación y es en esta relación de valores donde se establece el significado. La intención del sujeto hablante debe mostrarse mediante las elecciones en el sistema lingüístico y será esa misma intención que el receptor deberá percibir.
Consideremos entonces, desde esta perspectiva, lo que podríamos llamar “sintaxis” como el acto sintagmático que permite la estructuración de una cadena hablada que se organiza alrededor de un núcleo. Este sería el acto fundamental de la creación de la oración, que se denomina “predicación”, no como la noción de predicado de larga tradición desde los griegos como “aquello que se dice del sujeto”, sino un núcleo desde el cual se configura la cadena y sus vínculos dentro de las jerarquías sintagmáticas.
De allí que pueda deducirse que la oración no es una mera secuencia de palabras, sino una sucesión organizada alrededor de un núcleo, lo que define a la predicación. Por otra parte, el hablante no tiene libertad absoluta para escoger los elementos de la oración, sino que deberán organizarse de acuerdo con los patrones sintagmáticos y gramaticales establecidos dentro del sistema general de la lengua.
Tan comprometedora situación como lo es la de producir y comprender mensajes, el componente sintáctico ocupa un lugar preponderante en la ciencia lingüística. El componente sintáctico, es decir la gramática, ya no es como se pensaba anteriormente, como el arte de hablar correctamente conforme al “buen uso, que es el de la gente educada”, como decía Andrés Bello, sino como un sistema de medios de expresión, tal como se estipula después de Ferdinand de Saussure.
La gramática y el componente sintáctico pueden, de esta manera, ser formalizables y presentarse como reglas del conocimiento que el hablante posee de su propia lengua, lo que da pie para fundar una sintaxis científica y que de ahora en adelante se pueda describir el funcionamiento de la lengua como es en realidad y no solamente “el arte de hablar correctamente”.
Referencias
Domínguez Mujica, Carmen Luisa (1998). Sintaxis: el siglo XX. Mérida (Venezuela): Universidad de Los Andes.
*Verso de Miguel Hernández en la elegía Me sobra corazón.
Referencias de las imágenes:
Pienso que artículos como el que aquí presenta el lingüista venezolano Omar Garmendia, contribuye efectivamente a asignar alta y positiva calidad académica a nuestra unitaria red Hive/Cervantes. Ojalá que progresivamente se vaya estabilizando una etiqueta que asuma la categoría LINGÜÍSTICA en virtud de la cual posts como éste halle una butaca aún más cómoda. Si en la virtuosa plataforma Discord/Hive/Cervantes, por ejemplo, se contase con la etiqueta LINGÜÍSTICA, pues artículos como el que aquí nos muestra el Dr. Garmendia (y como uno que otro de los publicados por mí en oportunidades anteriores) se hallarían -entonces- "como pez en el agua". Claro... existe una denominada "literatura", pero resulta tan variopinta que, a final de cuentas, no recoge suficientemente la factura conceptual de artículos compenetrados con el mundo de la lingüística. Abrazos a todos.
Su post ha sido valorado por @ramonycajal
Gracias por vuestra consideración, lo cual es un estímulo para la academia y el interés científico y cultural.