Y con esto nos presentamos:
A veces ensayo, esquematizo la fotografía del otro y me excuso por nuestros males.
A veces poema, de lo malos, de los tristes, de los solos e irracionales animales que somos. Poesía de miradas también, que no son mías, que son de otro tiempo, de otra gente, que ni me salen las palabras tampoco, y se desordena todo, y no sirve para nada el poema, porque no dice nada y nadie lo escucha ni aquí ni en ninguna cabeza, y se muere porque lo mato y lo matan todos.
Renazco en un cuento que empieza bien, con personajes alegres y caóticos, melancólicos y divertidos. Hablan y se conjugan en verbos saltarines. Se llevan bien en la vida, se enamoran y todo, y que la convivencia no envenene el alma de nadie, para no convertirse en una novela mal tramada por un hipócrita que escribe porque sabe que las trampas y el arte se parecen mucho, porque somos seres engañosos y engañados, pero bien vivos y bien muertitos.
Lo que me encanta de la poesía es que te permite jugar con el lenguaje hasta hacerlo expresar lo que quieras. Puedes ser completamente abstracto o metafórico y aun así seguir siendo capaz de transmitir algo, sin preocuparte por incoherencias. El lenguaje se acomoda perfectamente a ti, lo haces tuyo. Tal como en este escrito.