Lecciones sobre la felicidad
Primera lección:
Fueron las personas estudiadas que tenían más vínculos sociales con la familia, amigos y comunidad quienes fueron más felices. Mientras que las personas que están aisladas de otras son susceptibles a recaídas de salud y sus funciones cerebrales recaen más rápido y viven menos.
Segunda lección:
Apunta que la felicidad “no tiene que ver con la cantidad de amigos o que esté en una relación, sino que el vínculo sea de calidad”. Vivir en conflicto es poco saludable, y sin lugar a dudas, afecta la calidad de vida y el bienestar físico y mental, comentó. “Los matrimonios que no tienen fuertes vínculos emocionales son peores que el divorcio y los matrimonios sanos dan sensación de protección”, indicó el investigador.
Además, encontraron que las personas que se sentían más satisfechas con sus relaciones personales a los 50 años fueron las más saludables a sus 80 años.
Quienes eran felices en pareja, informaron a los 80 años que es cuando sentían menor dolor físico, seguían con buen humor, mientras que las que están en parejas infelices mostraban un extremo aumento del dolor porque se conjugaba con el dolor emocional.
Tercera lección:
El apego seguro no solo protege el cuerpo también el cerebro.
Resulta que estar en una relación de apego seguro entrega más recuerdos más claros y nítidos. Las personas que se sentían solas, perdieron antes la memoria.
Pero las personas que sentían que contaban con otros, en algún momento de la investigación contaron que tuvieron peleas con la pareja, pero con el paso del tiempo, registraron que esas discusiones no estaban en sus recuerdos.
Estos vínculos que nos entregan felicidad según la investigación, no solo tiene que ser amoroso, también tiene que ver con la amistad. “Las personas más felices al jubilarse, fueron las que suplantaron a sus compañeros de trabajo, por compañeros de juego”.
El psiquiatra entregó recomendaciones finales para tener mayor felicidad personal y una mente sana, que fueron:
Pasa más tiempo con personas que con pantallas.
Revive una relación aburrida saliendo juntos o realizando caminatas largas.
Reúnete con familiares que no viste en años.
Reencuéntrate con esas personas que les guardas rencores, la buena vida se construye con buenas relaciones.
Según Nathaniel Branden, psicólogo canadiense especialista en la autoestima, la define de la siguiente manera: “La confianza en nuestra capacidad de pensar, en nuestra capacidad de enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida”.
“La confianza en nuestro derecho a triunfar y a ser felices; el sentimiento de ser respetables, de ser dignos y de tener derecho a afirmar nuestras necesidades y carencias, a alcanzar nuestros principios morales y a gozar del fruto de nuestro esfuerzo”.
La autoestima se puede definir como el resultado emocional que surge si aceptamos y nos gusta nuestro auto concepto.
Contrariamente al pensamiento popular, la autoestima no surge de evaluarnos positivamente en cada situación, sino de observarnos con objetividad y sobre todo de estimar y aceptar nuestro auto concepto.
La autoestima, no es un concepto fijo y estable, se manifiesta de forma cambiante en función de nuestra situación vital y nuestras circunstancias y se va modificando a lo largo de nuestra vida.
De hecho, hemos comprobado en nuestra consulta, que es el único rasgo que siempre mejora al hacer un tratamiento psicológico.
Podemos afirmar que la autoestima es la base, los cimientos de nuestra salud psicológica, si nuestra autoestima es positiva, podremos interactuar con el mundo de forma sana, podremos afirmarnos en cualquier situación y defender nuestros derechos sin alteración. Con una autoestima sana seremos inmunes o poco vulnerables a los ataques emocionales del entorno y actuaremos con tranquilidad en cualquier situación, aceptándonos incondicionalmente, lo que hará que estemos satisfechos de nuestras reacciones y conductas.
Una autoestima sana previene enfermedades psicológicas como la depresión o la ansiedad. Es también una de las bases de las relaciones humanas, y, por lo tanto, afecta de forma directa a nuestra manera de actuar en el mundo y de relacionarnos con los demás.
Nada en nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar escapa a la influencia de la autoestima.
Una autoestima saludable nos permite tener una serie de conductas y actitudes que tienen efectos beneficiosos para la salud y la calidad de vida.
Autoestima es el poder que tiene cada ser humano para reconocer lo valioso que es, para amarse así mismo, teniendo consciencia de sus habilidades y cualidades.
Una buena autoestima produce un estado de seguridad y al sentir esta confianza en nosotros mismos se hace más fácil la construcción de relaciones interpersonales con los demás, no solamente a nivel profesional sino también personal, además una buena autoestima nos ayuda en gran medida a trabajar por nuestros objetivos y por ende por nuestros sueños.
Cuando la autoestima está equilibrada, el individuo no se cree ni superior ni inferior a nadie, no sufre de egos, no siente la necesidad de vanagloriarse cuando alcanza alguna meta, ni tampoco necesita la aprobación de los demás para tomar sus propias decisiones o para sentir que es parte de algún grupo en particular, no esconde sus sentimientos y sabe que el fracaso hace parte de la vida.
Lastimosamente este concepto de autoestima hay que trabajarlo, porque son más los seres humanos en el mundo que tienen una media o baja autoestima que aquellos que tienen una autoestima equilibrada, de allí que los profesionales en psicología se basan mucho en este concepto para encontrar las causas de las diferentes situaciones negativas que atraviesan sus pacientes, y es que una baja autoestima puede desencadenarse hasta en una profunda depresión.
Cuando somos niños, muchas veces nuestros padres nos corrigen si decimos características positivas de nosotros mismos, porque socialmente se considera que debemos primero enaltecer las cualidades de otras personas, para evitar ser juzgados como prepotentes, sin embargo, es importante reconocer en primer lugar nuestras cualidades, a diferencia de lo que se piensa, al reconocer nuestros aciertos y celebrarlos, estamos aceptando nuestras características positivas y así mismo reconocemos aquello en lo que nos destacamos, es totalmente válido celebrar aquellas cualidades en la que ponemos más empeño y tenemos más afinidad, el reconocimiento de nuestras virtudes es el primer paso para desarrollar una autoestima positiva.
Bravo! Muchas información de trabajo, gracias por compartirlo
Gracias por tomarte el tiempo de leerlo @franciscopr
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