La nobleza del venezolano siempre aflora, aunque a veces nos cueste creerlo. En estos momentos tan difíciles, nos hemos levantado como el cuero seco: te pisan por un lado y te levantas por el otro. Ojalá Dios nos permita salir de este atolladero.
¡Y gracias a Dios llegaste bien a tu Maracaibo a pesar de haber pasado dos días en el terminal!