Jesús era una persona insegura, con miedo a aceptar quien era y expresar lo que sentía.
Jesús, reprimía sus sentimientos por temor a ser señalado.
En ocasiones, Jesús suprimía sus emociones y sus ideales por no tener a la persona ideal a su lado para compartirlos.
Jesús se sentía vacío y sin inspiración.
Fue entonces cuando sin esperar, sin buscar, y sin hacerse expectativas, Jesús encontró estabilidad en alguien.
Encontró a alguien quien lo motivó a ser mejor persona, a expresarse sin temor alguno.
Jesús supo cómo amar realmente sin sentir miedo a ser lastimado.
Jesús sintió confianza, de esa pura la cual te permite creer en alguien con los ojos vendados.
Jesús comprendió que el amor verdadero va más allá del pasar un buen rato. Es aquel que te permite crecer, confiar en ti, avanzar y sufrir pero para sacar provecho de ello.
Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino y para Jesús, eres ese alguien.