Mario Vargas Llosa en su texto titulado “Los inmigrantes” considera que como la inmigración es un fenómeno que no se puede detener, hay que aceptarla. El autor trata de hacer ver que la inmigración tiene más beneficios que perjuicios, y que por esta razón, de manera natural, no se ha podido detener. Esto se debe porque lo bueno siempre se alza ante lo malo, y por esto la búsqueda de un mejor vivir siempre se alzará incluso cuando exista el rechazo entre culturas.
Vargas Llosa defiende a los inmigrantes porque, aunque a veces rompan las leyes migratorias, siempre están defendiendo su derecho humano de tener calidad de vida. Y es que este derecho humano no es un privilegio establecido por la Organización de Naciones Unidas u otras instancias internacionales, pues éstas tienen solo potestad en un nivel físico. El derecho a la calidad de vida está concebido por la naturaleza, la simple existencia, y tiene un argumento humano, ético y caritativo. Por eso se impone ante la ley, pues ella es dictada por las personas, mientras que vivir bien está establecido desde el inicio de la humanidad y por la humanidad, un nivel ético por encima del nivel físico. De la misma manera, la caridad supera a la justicia, porque la caridad es dar lo que uno tiene, por ejemplo, abrir las puertas de un bien país a los que no tuvieron la dicha de nacer en una tierra resuelta y sin mayores inconvenientes, mientras que la justicia es dar a cada quien lo que merece. Pero ¿es justo no ayudar a los desdichados migrantes por la condición de su país?
En el texto se explica cómo las políticas antiinmigratorias, más que regular la entrada permanente de extranjeros a un país, cultivan la xenofobia y el racismo. Esto se nota por su ineficiencia y por sus escasos resultados. Esto indica que el motivo que las naciones exponen para cerrar sus fronteras no es el principal o verdadero objetivo pues, si fuera así, es muy poco probable que países desarrollados, con muchos recursos y profesionalidad, no cumplan sus metas planteadas. Por ello, se podría concluir que sus objetivos son otros, y mientras no haya otras hipótesis, solo se puede asumir que la verdadera meta es el rechazo a los diferentes. Aunque hay que distinguir bien lo que es diferente de lo que es anormal, porque todas las culturas son diferentes en ciertos o muchos aspectos, pero no significa que haya culturas anormales, porque una cultura diferente puede ser tan potencial como otra. Una cultura diferente no merece el rechazo global, la repulsión ni miradas desagradables por otra.
Sin embargo, hay un hecho que el escritor explica que influye mucho en el éxito de los inmigrantes y en el fracaso de las políticas anteriormente explicadas. Este hecho es que los inmigrantes siempre logran su objetivo porque tienen más esperanzas de un futuro mejor que miedo a los obstáculos, y es esta actitud la que ha promovido el desarrollo. Esto puede ser explicado con simples refranes, que pueden ser válidos en cierto grado por su permanencia en la lengua social y, por consiguiente, por la presencia veraz de su significado en las situaciones cotidianas. “Las cosas malas atraen cosas malas; las cosas buenas atraen cosas buenas”, “los obstáculos de la vida se los impone uno mismo” y “el que persevera vence” representan muy bien una explicación del éxito de los inmigrantes. Respecto al primer refrán, la esperanza atrae el éxito, mientras que la xenofobia y racismo atraen el fracaso; el segundo refrán hace entender que el miedo podría representarse, ilustrativamente, por una sencilla cerca o una impenetrable pared, pero es el hombre quien construye cualquiera de las dos representaciones. Y con el tercer refrán, cualquiera lograr sus metas si de verdad las quiere y si en sus planes no está rendirse.
Esta actitud optimista es la base del progreso, es decir, del desarrollo. La inmigración dibuja al desarrollo como una gran metrópolis: con rascacielos, puentes levadizos, personas bien vestidas, entre otros; pero un rascacielos se construye ladrillo por ladrillo, un puente levadizo se logra con a partir de un mínimo de conocimiento, un buen traje se consigue trabajando arduamente. Esto se resume en dos características primordiales que fomentan el desarrollo, que son el esfuerzo y la educación. Los inmigrantes cultivan el esfuerzo desde que inician su travesía a otras tierras, y cultivan la educación (entre otras cosas) al sacar provecho de las tierras a las que llegan. Por ende, los migrantes son semillas del desarrollo.
Además, en el ensayo se expresa la idea de que la inmigración se reducirá cuando sus países de origen mejoren la calidad de vida o que los países potencia caigan en crisis. Pero considerando el párrafo anterior, que se considere solo la parte positiva: que los de abajo surjan en vez de que los de arriba se hundan. Si en la vida se cumpliera la letra de la canción infantil que versa “que la guerra no exista ni en los libros”, considerando como guerra a la corrupción, egoísmo, inmoralidad, orgullo, preferencia, entre otros, los Estados pobres se preocuparían por cuánto dinero también le llega a sus ciudadanos, y tendrían celos si éstos pensaran en emigrar. Porque no se entiende cómo puede haber mentes en el poder controlando la economía, mientras que podrían dejar a los demás surgir y poseer una buena calidad de vida.
Consiguientemente, el autor valida la ayuda económica a los países en vías de desarrollo, pero sólo si ésta es constantemente vigilada. Su condición se basa en que si los gobiernos del tercer mundo estuvieran integrados por personas conscientes, ellos mismos trabajarían por su cuenta para salvar a su país, pero no es así. Por esta razón bajo ninguna circunstancia se le puede entregar grandes cantidades de dinero a estos gobiernos, porque no hace falta ser psíquico para saber que en vez de destinarlo a crear fuentes de empleo, mejoramiento de vivencias y áreas comunes, atención pública, entre otros, lo destinarán directamente a sus bolsillos si no son supervisados y vigilados. El mejor destino de estos préstamos sería el sector privado, de igual manera canalizados para cumplir su fin. Si esto no fuere así, los malos hábitos de gobiernos déspotas simplemente estuviesen recibiendo una mayor motivación.
Sin embargo, Vargas Llosa asegura que la ayuda que más favorecería a los países en vías de desarrollo es la apertura de fronteras comerciales y la democratización de los mismos. Como se ha podido comprender, no toda la culpa reside de donde provienen los migrantes, sino también de su destino. Mientras que los países de origen no acogen a sus ciudadanos para que se queden por la insuficiente calidad de vida que les ofrecen, los países destino no se sienten orgullosos porque elevadas cantidades de personas los hayan escogido para formar su futuro. Viéndolo así, los migrantes no pertenecen a ningún sitio; están en alguna tierra, pero no pertenecen a alguna nación. Este hecho hace que el primer ejemplo en el que uno piense sea en los judíos sin territorio, que luego fueron ubicados erróneamente en lo que hoy se conoce como Israel. Se califica como errónea porque luego de grandes disyuntivas acerca de dónde residirían, lo único que resultó fue una guerra todavía vigente entre esta nueva nación y la nación ya existente. Quizás sea una representación exagerada, pero eso no quita el hecho de que si no se logran aplicar las sugerencias del autor del texto, no habrán -como ya no los hay- resultados buenos ante la inmigración.
Finalmente, el texto concluye reflexionando acerca de que la inmigración debe verse como una fuerza de progreso para el país que la recibe. Siempre de manera positiva, como se ha hecho a lo largo de estos párrafos; hay que tener en mente un horizonte iluminado y no oscurecido, pero también el camino hasta allá se debe hacer y mantener en buenas condiciones. A todo hay que verle el lado positivo, las consecuencias buenas, las ventajas, y de la misma manera, no darle prioridad a lo que pueda ser malo. Si se refiere al tema, hay que sacar provecho de la inmigración, tanto del territorio para el desarrollo como del viajero para su bienestar.