Cuando a mi alrededor miro tantos signos de insensibilidad e irresponsabilidad, del cumplimiento ciego de lo ideológicamente inyectado e incuestionablemente asumido no tengo de otra sino recordar a la famosa Hannah Arendt y su libro sobre Adolf Eichmann esto es lo que les quiero compartir con ustedes.
El libro de Arendt llamado la Banalidad del Mal, trata nada y nada menos sobre el juicio hacia el hombre encargado de llevar a cabo desde el punto de vista logístico-operativo lo que se llamó “LA SOLUCIÓN FINAL AL PROBLEMA JUDIO” que consistió en el asesinato de millones de judíos en cámara de gases, electricidad, tortura, hambruna, entre otras formas escandalosas de muertes.
No solo Arendt sino todos los que mencionan algo de este juicio llevado a cabo en la ciudad de Jerusalén entre 1960 a 1961 coinciden que Eichmann era un tipo “normal” no veían en él ningún rasgo de locura, desenfreno o sentimiento anti semita, Eichmann se presenta como un hombre con juicio mental, respetuoso, amante de su familia, un buen cumplidor de las normas y un ferviente nacionalistas.
Eichamann durante su jucio siempre mantuvo que él sólo cumplia a la perfección las órdenes que venían de arriba, Eichmann pareciera que nos dice que su único problema ha sido ser fiel, cumplidor y altamente responsable en la cuestión de seguir ordenes, Adolf argumenta que nunca mató con sus manos a ningún judío, sólo hacía cumplir las órdenes.
Su cara y postura durante todo el juicio que duró meses fue erguido mirando y oyendo con atención los testimonios desgarradores de sobre-vivientes del holocausto, los oye con tal atención que parece que la cosa no es con él, Adolf no parpadea, no llora frente a un auditorio que se hace llanto, remordimiento, recuerdos, sangre, odio y necesidad de perdón… Eichmann no se inmuta, es el rostro de un asesino que no se conmueve que nada lo hace quebrar, es el rostro de un sin alma.
Esto es lo Arednt llama Banalidad del Mal, el mal que se hace persona, que no tiene remordimiento, no se arrepiente, el mal que mira su obra con banalidad como la ridiculez de algo irreal, Eichamnn se presenta como un Alemán cumplidor, el otro no vale la pena, solo vale la ideología asume que su líder, el Furher, no se equivoca, que siempre quiere el bien para su nación, este hombre no tiene conciencia por eso hace lo que hace, su conciencia la tiene el partido nazi, ellos la poseen por tanto Eichmann no tiene poder sobre sí mismo, es incapaz de auto-mencionarse, no existe, el partido lo posee, es su alma, su vida, sus acciones, la fidelidad deja ser opción para convertirse en aire por el cual se vive.
Adolf Eichmann es condenado a muerte, la acepta, como un hombre que solo cumplió, muere no como un arrepentido, muere como consecuencia de su obediencia, la victimas sobrevivientes nunca tuvieron una disculpa o una lágrima de este ser humano (si es que eso era) a veces recordando este hecho me pregunto que era más importante para sus víctimas su muerte o su remordimiento, creo que lo segundo era para ellos más importante.
Eichmann nos recuerda lo peligroso que es una ideología, nos recuerda que Eichmann puede volver a vivir, nos recuerda que la banalidad es una tentación siempre presente.
Excelente post, @erikabriceno. Siempre es bueno recordar la historia. En este momento hay miles de Eichemann justificando el mal.
Gracias Nancy, justo eso queremos hacer que no se olvide que este hombre y lo que representa no se ha ido del todo.
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¡Brutal post! Este tema del holocausto siempre me ha llamado la atención. Esa gente responsable de todas esas muertes de los judíos, no tuvieron alma, corazón, ni piedad. Esos eran inhumano. Te recomiendo leer "Regreso a Auschwitz", libro de Trudy Spira, una señora que fue sobreviviente del holocausto nazi, @erikabriceno.
Tremendo relato. Es increíble como un ser humano puede tener la sangre tan fría como para no sentir al menos indignación por lo que sucedió. Todo un tema para entender lo que vivimos.
Excelente análisis, para mí Adolf Eichmann solo fue un buen empleado (ironía).
Es inevitable asociarlo con la película "La Ola". Es posible revivir el mal, "creerse" la locura y terminar perdiendo el control de lo que nos une como humanos.