Buenas tardes, amigos míos.
Arturo Pérez-Reverte (periodista, escritor y acádemico de la lengua), nos regaló otra de sus inspiraciones tuiteras hace un par de días. Para quienes me leéis desde fuera de España quizás no sea tan conocida la personalidad de este hombretón, siempre inclinado a conservadurismos linguales y bravuconerías más propias de sus protagonistas barrocos que de los tiempos presentes. No obstante, aunque es evidente que no me cae muy bien, hay que reconocer que es uno de los intelectuales más respetados en España, lo cual no es necesariamente algo positivo, dicho sea de paso.
Pero vayamos al caso. Este fue su tweet:
Es rotundamente cierto que la norma de la Lengua Española prescribe el uso de signos de interrogación y exclamación tanto de apertura como de cierre. Lo correcto es "¿Te gusta Quevedo?" y no "Te gusta Quevedo?". Hay muchas respuestas al tuit de Reverte que muestran sorpresa ante esta información, pues dicen desconocerla. Es natural que así ocurra en personas que únicamente leen textos breves en formato digital. Y es que, ciertamente, en los mensajes breves transmitidos por teléfono móvil -"celular" para los lectores hispanoamericanos-, así como en Twitter, Facebook, Instragram y otras redes sociales, se está imponiendo el uso del segundo ejemplo: colocar los signos de interrogación y exclamación solo al final. De hecho, es raro leer la opción que la norma prescribe.
Reverte afirma que esta costumbre debería desterrarse, ya que "afea lo escrito y crea confusión". Permitidme que humildamente discrepe de esta sentencia. Cuando el autor de Alatriste alega que la ausencia de los signos de interrogación y exclamación en el inicio de la oración crea confusión, está haciendo referencia a la causa que explica la normativa actual: ¿Cómo puede saber el lector que se halla ante una interrogativa si no aparece marcada oportunamente? En Inglés, sin embargo, la normativa prescribe justo lo contrario y opta solo por el signo de cierre. Esto tiene su razón de ser. La estructura sintáctica inglesa varía en función de la intención del emisor adelantando el verbo auxiliar al sujeto en las construcciones interrogativas: "Do you like Quevedo?", frente a "You like Quevedo". De este modo, añadir además una marca gráfica interrogativa delante del auxiliar sería redundante. Como no lo necesitan, no lo usan.
Hay un término que conviene recordar: "economía lingüística". Viene a explicar lo anterior: lo que es superfluo tiende a desaparecer. Los hablantes suelen elegir la opción más breve, más corta, más económica. Y es por esto que en los textos de las redes sociales, siempre breves, la tendencia impone economizar y prescindir del signo de apertura. En estos canales tan nuevos y especiales (los móviles inteligentes), el mensaje (el texto) llega al lector en un solo golpe de vista. El ojo es capaz de ver el signo de cierre antes de comenzar la lectura, pues nos hallamos ante un conjunto muy reducido de caracteres.
El canal por el que viajan nuestras palabras, ya sean habladas o escritas, impone una costumbre que comienza siendo habitual, luego convencional y, finalmente, normativa. Muchos de los términos que hoy usamos han enriquecido nuestra lengua a partir del error. Si uno visita un diccionario etimológico, verá que muchos conceptos han llegado a significar algo totalmente diferente de lo que significaban en latín debido a extrañas mutaciones que a los "revertes" de antaño debió de pareceres aberrante. Pero es que la lengua está viva. Y lo vivo se mueve.
Me pregunto por qué a Reverte no le parecía que colocar un STOP constantemente en los mensajes vía telegrama afeaba la lengua y llevaba a confusión. Y me responderéis: pues porque era una convención comunicativa propia de un tipo de texto muy concreto: el telegrama. Perfecto. Entonces, ¿por qué le desagrada tanto la preferencia de los usuarios de la lengua por omitir el signo de apertura interrogativa en los mensajes digitales breves? A mí me da la sensación de que, como intelectual de pro, necesita darnos lecciones de vez en cuando y engañarse a sí mismo con la ilusión de que la lengua tiene dueño.
Solo un último apunte antes de despedirme hasta mañana. Y es que no he pretendido lanzar un alegato a favor de la omisión de ningún signo lingüístico. La norma actual exige el uso de los signos de apertura y cierre en todos los contextos. Esto es así. Ahora bien, seamos permeables al cambio y permanezcamos atentos para ver hacia dónde se dirige este hermoso río de las palabras en su fluir libre y alegre.
Espero haberos invitado a reflexionar sobre esta cuestión que puede resultarle interesante a los seguidores de @Cervantes. Ojalá les agrade a los curadores de #cervantes-curaciones...
Un abrazo grande a todos.
Y desabróchese un botón, señor Reverte.
Qué necesario es este acercamiento al buen uso del lenguaje, escrito, además, con tanta sensatez y buen talante.
Muchísimas gracias, @jorgeblues.