En el registro histórico de la humanidad, en relación con la literatura, existe una serie de recursos inagotables que han provisto de conocimiento en todos los ámbitos de la vida por siglos a todo aquel individuo que respire y se comunique: los clásicos. En la literatura, un clásico es una obra –de cualquier género– que ha causado un impacto en la cultura [mundial] tal que logra influirla, y además, dicha influencia es imperecedera. Existe un número grande de autores que han influenciado de esa manera a los individuos, por ejemplo William Shakespeare (WS) y Miguel de Cervantes (MC). Ambos autores han sido determinantes en el desarrollo y evolución de la cultura en todos los niveles. Se puede decir que las personas poseen un conocimiento de algún legado dejado por ambos, y esto se debe a que WS y MC han logrado despertar a la humanidad con su ingenio, retratando lo que encarna y lo que sueña. WS, por un lado, pone de manifiesto la autenticidad del ser humano, de ser capaz de discernir entre lo bueno y lo malo, y aun así, escoger lo malo (a veces), mientras que, MC propone que debemos (porque podemos) hacer del mundo un lugar benévolo, una suerte de sueño que en el fondo, todas las personas anhelan. Pero lo que es común a ambos es que se concienciaron de la cotidianidad de los seres humanos y lograron transportarla al papel. Pudieron penetrar en el imaginario colectivo y perpetuarse en él. Su influencia es tal que inventaron una condición humana que ya existía, pero que no deja de sorprendernos con el pasar del tiempo, porque ellos fueron capaces de ver hacia dentro y llevarlo hacia afuera de la mano de la literatura. Sin embargo, lo que ha propiciado su trascendencia eterna no es que Shakespeare y Cervantes hayan escrito clásicos, ya que ellos son el clásico. Han alterado el ADN de la sociedad porque le han tocado en su esencia: lo que es y lo que quiere ser.
Fuente: Wikipedia