—¿Un ranchito?

— Sí, Drú, un ranchito, como Pátzcuaro.

—Pátzcuaro no es un ranchito. ¿Conoces los ranchitos de verdad?

—¡Ash!, sí es un ranchito, y Morelia también; todo el mundo se conoce.

Cuando se empezó a popularizar Facebook y otras redes sociales, ocurrió un fenómeno estadístico que cambió nuestra percepción de la población: Causa admiración agregar a un amigo y darse cuenta de que ese amigo tiene un amigo en común contigo a pesar de que, aun teniendo años conociéndolos a ambos, no sabías que se conocían, y no encuentras vínculos entre ellos. Entonces llegas con alguno de los dos y le comentas que también conoces al ausente. “Vaya, yo tampoco sabía que lo conocías. Dios mío, F es un ranchito”.

Las primeras dos o tres veces ocurre como un evento especial, casual, incluso místico, pero conforme las personas comienzan a dilatar los filtros de agregados, descubren que “el compañero Guille de la banda de guerra de la secundaria es primo segundo de Carlitos, el hermano de una amiga de la facultad” entonces la capa de entusiasmo se convierte en una especie de claustrofobia social; la frase de sorpresa cambia a “F es un pinche rancho, todo el mundo se conoce”.

Si usted, lector, tiene conocimientos de la teoría de Fermi, o alguna idea de estadística general, sabrá que los amigos en común no son prueba de baja población, al contrario, son prueba de la magnitud de individuos que existen*.
Pero para las personas que no han leído ensayos similares, que no saben de estadística o simplemente no desean hacerse esa cuestión, tendrán una ilusión subconsciente de “mundo pequeño”. ¿Qué tiene que ver esto con la generación Y?
Pues que pese a que del año 1980 al año 2000, la población humana aumentó en 1’000’000; específicamente en México aumentó a 31’000’000 aproximadamente. La generación Y es la séptima parte de la población del planeta, y poco menos de la tercera parte de la población nacional. Ninguno de nosotros conocemos realmente esas comunidades donde todos los habitantes se conocían. Somos inconscientes de la magnitud de la población mundial. Nos presentamos, pues, a una terrible ironía.

Tal vez esta información no parezca aportar mucho al tema, pero será esencial en los siguientes aterrizajes.

—Creo que los ranchitos ya ni siquiera existen, esos lugares donde de verdad todos se conocían, donde el cartero entregaba cartas con domicilio conocido, donde todo comerciante poseía un monopolio, pero todos creían en el comercio justo sin distribuidores autorizados de moviestar y sin autobuses que pasan cada hora; sin luz y sin gasolineras, en donde nadie salía el fin de semana a “la ciudad” para ir al cine o a comprar al wal*mart, donde si tenías que hacer un viaje, era de días, porque nada estaba cerca; sin wi-fi y sin sky. Igual y se idealiza al rancho casi tanto como se idealiza la vida en la edad media; para nuestra generación ambas cosas son historia, como si nunca hubieran existido.

---

*F , vendía a ser una ciudad descrita por el escritor mexicano Juan José Arreola
**Físico, Enrique fermi, su teoría habla de cómo por una cadena de ecuaciones aritméticas se llega a un encuentro estadístico.
***Si usted tiene 600 contactos en Facebook y tiene otro amigo con 600 contactos, y ambos comparten solo 40 amigos en común, estadísticamente los cuarenta amigos en común tienen a su vez 24’000 amigos que usted desconoce.