Antiguamente los cuentos se relataban entre adultos mientras los niños dormían.
Es de suponer que una vez asimilados, y con el curso del tiempo, se hizo frecuente la práctica de narrarlos antes de acostar al niño, preparándole para el viaje onírico consciente y así alcanzar las dimensiones subconscientes y límbicas.
El origen de los cuentos es ancestral y se inspira en la tradición oral, en los mitos. Estos muestran los misterios del mundo y las vicisitudes de la existencia a través de narraciones extraídas de la vida cotidiana, o de épocas doradas, o epopeyas fantásticas por las que desfilan extrañas criaturas con poderes maravillosos y personajes que realizan hazañas heroicas.
Los cuentos se dirigen a preparar al niño en su viaje desde la niñez a la pubertad y la edad adulta, y muestran al adulto la forma de educar al niño poniéndose en su lugar, sirviéndole también a ambos de modelo ejemplar de la máxima perfección.