Dos Deliciosos Cuentos Cortos

in #cervantes7 years ago (edited)
El año pasado me puse a hacer una lista de retos de escritura que por ocupación no pude terminar. Algunos de mis cuentos me gustaron bastante y sería un desperdicio quedármelos ya que cuando realmente tenga buen nivel de redacción y narrativa no me van a gustar. Este primer cuento lo hice inspirado en una fobia, no creo que sea muy difícil de adivinar una vez leído. Dejen en comentarios qué creen que sea. El segundo cuento fue resultado de que me pidiesen hacer un relato de género steampunk, cosa que disfruté mucho escribir.


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Te Tuviste que ir


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Él siempre venía a mi casa, se podría decir que vivía conmigo y mi madre. No importaba si era día de escuela o fin de semana, él siempre se aparecía. Un día se me ocurrió preguntarle la razón de sus constantes visitas; vi como sus pupilas se agitaban y sus ojos se hundían en agua, como su tostada piel adaptaba un ligero tono blancuzco y sus manos se derretían sobre el control de la consola. Lógicamente traté de hacerle olvidar la pregunta resumiendo el juego y venciéndolo con facilidad, no volví a tocar el tema.

Crecimos y llegamos al bachillerato, los dos primeros años fueron un poco más severos de lo vivido en primaria y se fue haciendo más complicado para mí el estudiar, además que mi madre casi nunca estaba en casa para ayudarme. Él bajó sus calificaciones y yo también. Finalmente llegó el tercer año, empezamos a ver física y química, materias que se caracterizaban por mandar estudiantes a reparación, y mi madre estaba furiosa por mi bajo rendimiento en los años pasados, me dijo que no podía seguir aceptando que estuviese bochinchando todos los días y que debía ponerme a estudiar con vehemencia. Fue sumamente incómodo decirle que ya no podía venir a mi casa después de tanto tiempo. –Pero es que no entiendo la tarea-, entonces le dije una de las respuestas que ensayé con mamá –haz como yo, busca por internet-. Los días siguientes llegó más mudo de lo normal, nisiquiera me hablaba, supuse que se le pasaría más adelante. Fue verdaderamente impresionante ver que, unas semanas después, había conseguido novia, me acerqué para felicitarle y preguntarle si habían salido, pero me ignoró, se iba con Mónica y sus amigas, y ya nunca me hablaba. Por lo menos sus notas mejoraban.

Me crecía vello en el cuerpo, de mi barbilla y axilas brotaban pequeños pelitos, compañeros de clase se dejaban crecer las pelusas de barba que llevaban puesta para parecer mayores ante las muchachas del salón, mientras tanto, las salidas con Mónica se le hacían más difíciles, ella lo forzaba a robar dinero de su madre para ir al cine cada viernes. –Miguel siempre hace lo que le dices- decía con una áspera risa la mejor amiga de Mónica mientras esta última sonreía grandilocuente, por supuesto que lo sabía, pero lo aceptaba sin réplica, por lo menos tenía amigas. Verían lo que ella decidiera, y las cotufas las sostendría ella, si agarraba puñados seguidos de cotufas le apartaban la mano. Así fue por un tiempo, un día su madre llegó molesta a la casa, acusándolo de robar, dijo que había visto las transacciones en el banco, le dio varios golpes con un envase plástico mientras con una voz atontada le gritaba todo tipo de injurias, él pensaba que su olor era particular, pero ¿cómo podría estar seguro? apenas conseguía levantar la mirada. Mi madre nunca volvió a casa. Estaba durante la mañana del martes metiendo cosas en bolsas. Dejé de comer puesto que ya no tenía dinero. Debido al estado desértico de la casa me vi forzado a caminar. Caminar por la plaza, caminar por la calle, caminar por los centros comerciales.

Me gustaba pasear por los centros comerciales, siempre había mucha gente junta, grupos de personas y parejas, siempre con sonrisas en la cara. Al principio me parecía divertido pasearme por las ferias de comida para observar los negocios de comida, me gustaba ver a la gente sentada comiendo, me sentía como la cámara en una película, captando las miradas de las personas, las expresiones de sus caras, como hablaban y disfrutaban de la compañía del otro. Me gustaba tanto que decidí sólo ir al centro comercial, me hacía sentir más acompañado el ver personas mirándose en una mesa a ver un montón de cabezas mirando a una persona hablando por hora y media hasta la llegada del siguiente expositor. Llegué a fascinarme tanto que decidí vivir en el centro comercial, me escondería allí todas las noches hasta que volvieran a llegar las personas. Conseguí el escondite perfecto en el estacionamiento, y menos mal, porque ese día me sentí especialmente cansado, por lo que me recosté en el pavimento, estaba frío al principio, pero con el tiempo se tornó caliente con el contacto de mi cuerpo. Creí que tendría que voltearme como lo hacía con la almohada, mas poco después volví a sentir la caricia del frío.

Corazón de Vapor


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La joven Mary paseaba por la ciudad con su hermoso vestido violeta, era una chica curiosa y divertida. Era saludada jovialmente por mayores y con picardía entre los jóvenes guapos y adinerados de la clase alta, mas Mary se limitaba a la cortesía con estos últimos. Dos ojos seguían su caminar, seguidos de una sutil sonrisa dibujada por un muchacho llamado Dan, quien es de humilde pretérito. Cautivado estaba él de su lisa piel y ondulados cabellos avellanados, mas Mary no reparaba en él.

Dan poseía una mente fúlgida para la construcción de engranajes gracias a la instrucción de su padre en la relojería familiar, era inquieto y curioso igual que Mary, pero a diferencia de esta, Dan gustaba de complicadas invenciones tecnológicas como las prótesis de cobre, prometedoras en el área médica. El muchacho pensaba que si lograba unir las prótesis y fabricar un ser consciente, esto bastaría para captar la inquietud de su amada. Planeaba un acto intrépido, robar un número aminorado de pequeñas piezas en la relojería familiar, cada semana robaría una, esperando que su padre debido a su naturaleza distraída nunca se diese cuenta. Finalmente el año se cumplió, y fue entonces cuando Dan completó su inventario, su creación sería hecha.

Entonces el seducido crío no tardó más que algunas semanas en armar al “hombre de engranajes”, y mientras lo hacía no paraba de susurrar sus declaraciones de amor por la chica –estoy enamorado de tus cabellos ondulados y tus ojos azules-, el cual poseía un reloj en su torso, semejante al de torre. Pero a este le hacía falta algo que lo dotara de espíritu y personalidad, por lo que, alojando una cierta cantidad de carbón en su interior, sumado a la generación de una chispa generaba un sonido siseante, fue entonces cuando dio a su creación por terminada.

Dan fue rápidamente a la calle, buscando entusiasta a su flor de lis, la buscó en la plaza, en los lagos, en iglesias e incluso en su majestuosa casa, corrió por todos lados hasta encontrarla bajo un manzano en las afueras de la ciudad, todo esto mientras el hombre de cobre permanecía pasivo y callado. La saludó, y presentó enérgico su invención, la muchacha miraba fascinada al hombre de metal, quien pronunció sus primeras palabras –estoy enamorado de tus cabellos ondulados y tus ojos azules-. Aquella afirmación cautivó a la joven, quien tomó la mano del hombre de cobre y quedó deleitada por su poderoso cuerpo de metal, llevándoselo a casa y dejando al muchacho sólo bajo la sombra del árbol, un pobre hombre empequeñecido por su trabajada creación.

Un destrozado Dan ahora miraba a la majestuosa Mary junto a su revolucionaria creación mientras caminaban juntos cuales amantes mientras los adinerados padres de la chica se volvían aún más adinerados por consecuencia de aquel invento, quién para sorpresa de todos acabó siendo aceptado como un igual por su capacidad sentimental. Se estaba además preparando una boda, acontecimiento importante para Mary, sus padres y la prensa, por lo que Dan, en cautiverio de su locura decidió colarse por el lujoso recinto de la chica y recuperar su invento; si no conquistaba a Mary, no le servía, y menos en manos ajenas.

Consiguió colarse en el recinto y eludir las miradas de los sirvientes, colándose en distintas habitaciones hasta llegar a su durmiente creación, lo cargó, lo guardó en una bolsa de tela y se lo puso sobre la espalda, el carbón en aquel hombre estaba ya casi quemado, empero su siseante sonido no había sido acallado, por lo que antes de cruzar el portal fue sorprendido por los padres de la muchacha –¿eres amigo de Mary?- preguntó el padre de la niña, un hombre alto de fino vestir. -Sí- -¿qué llevas en la bolsa? ¿acaso nos robaste algo?- -no, señor. Tan sólo llevo unos relojes que hice para mostrárselos a Mary, logré un diseño nuevo y elegante- antes que el aristócrata pudiese caer ante tan penosa excusa, llegó la enamorada del hombre de cobre –¿papá, dónde está él?-. Dan quedó petrificado mientras un siseo metálico escurría de la bolsa.