# La envidia, un sentimiento tan primitivo como el hombre, una forma distinta de admiración.

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Pareciera que es un sentimiento inherente a la vida misma, que en algunas personas se manifiesta de una manera muy elocuente y hasta perversa. La envidia es un sentimiento de tristeza, rabia, impotencia y sufrimiento que siente aquella persona cuando ve que no tiene lo que otra si posee. El envidioso sufre inmensamente cuando no posee lo que otro si tiene es una tristeza o sentimiento de pesar, a causa del bien ajeno es una total frustración que no lo deja pensar ni avanzar en sus proyectos personales al punto de llegar al odio.

Pero ¿Qué es la envidia? y ¿por qué envidiamos?

Es un sentimiento colmado o lleno de rencor y malos deseos. El tener éxito, genera envidia, la envidia da a luz al rencor y el rencor vomita mentiras y pensamientos de maldad, el anhelar lo que los demás poseen o desear una vida similar a la de otros, es una muestra clara de que la persona es egoísta y envidiosa.

El egoísmo lo vemos en todas partes, en nuestro ambiente familiar, en las amistades, compañeros de trabajo y vecinos. Cuando se siente envidia, ésta llega a ser tan grande que se siente "odio" por aquel que es víctima de la envidia y se desea que todo le salga mal.

El que envidia no tiene logros importantes personales. En política es común ver la envidia, cuando los nuevos gobernantes quieren ser recordados por sus logros se esfuerzan por hacer olvidar los logros de aquellos a quienes sustituyeron. En caso de no lograr nada proceden a cambiar los nombres de las obras de quienes los precedieron, obteniendo grandes perjuicios en poco tiempo y llevando a sus ciudadanos a situaciones de penurias y abandono.

Es muy común, que desde la posición de gobierno se acusa a los demás de su propia incompetencia y desacierto. Jamás reconocen públicamente sus fracasos y llevan a situaciones de grandes sufrimientos a sus pueblos.

La envidia es tan antigua como la aparición del hombre, desde el punto de vista bíblico, tenemos la envidia que sintió Caín por su hermano Abel. La envidia de los religiosos de la época de Jesús de Nazaret.

Ya acercándonos al presente, la envidia de Clinton, que quizo tener más que la presidencia de los EE.UU. y tuvo su amante en la propia casa blanca, la envidia de Hitler que quizo tener más que su propio país y quizo poseer toda Europa. En Asia, en Rusia, en todas partes hay ejemplos, en américa latina la envidia y el fracaso personal llenan los libros de historia.

Como moraleja sobre esta reflexión que cariñosamente comparto con Uds solo me resta decir que debemos esforzarnos por ser cada día mejor y compararnos con nosotros mismos para así tener una medida del avance que vamos logrando, siento que la persona que envidia en el fondo debe alegrarse cuando otra progresa y alcanza sus metas y debe esforzarse por hacer lo mismo y así conseguirá incluso el doble de lo que una vez envidio.

Quizás alcancemos algún día a librarnos de éste mal que tanto ha perjudicado a la humanidad. De no ser así, estamos condenados y por supuesto condenando a las generaciones futuras a males aún peores de los que hemos leído y vivido.

Comparto con uds este post esperando sea de su agrado y nos sirva de reflexión.

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PAZ Y AMOR.