Un Long Island Tea…

Me toco los labios, recuerdo los labios de Laura, sus ojos café, su mano pasando por mi rostro y un susurro en mi oído diciéndome “Déjate llevar” Abro los ojos y me encuentro en una habitación que no es la mía; ¿Dónde estoy? Me quedo con la mirada fija en el techo blanco. ¿Qué hice?, mi mente trata de buscar respuestas en ese espacio en blanco. Paso la mano por mi cuerpo y estoy totalmente desnuda, me increpo. ¿Qué hice?, ¿dónde estoy? volteo a mi mano derecha, hay un hombre desnudo, trato de moverme y hay una pierna del lado izquierdo que no me deja levantarme, miro y me percato que es mi amiga. ¡Oh! ¡Es mi amiga!
Me llevo las manos a la cara y trato de hacer un repaso mental, recuerdo que quedé con Laura en el bar de siempre, donde trabaja Toby el chico que nos hace unos cocteles alucinantes, fue una noche para hablar de todas las cosas que nos habían pasado en el mes.
—Toby, un long island tea y un sex on the beach.
Con un par de cocteles comenzó nuestra historia. Mi mente trataba de hilar toda la velada, pero mis recuerdos eran como un oasis en el desierto, espejismo que se disuelven cuando chocas con la realidad.
Vuelve a mi mente los besos húmedos de Laura, mi corazón se acelera, me levanto agitada de la cama tratando de no despertar a nadie, exploro la habitación para saber dónde está mi ropa. Siento las manos heladas, mi mirada se dirige a la cama, paso las manos por mi cabeza, ¡Dios, tuve un trío! ¿De dónde salió el chico? —suspiro —Busco entre la ropa, consigo mis bikinis y mientras los subo me toco, cierro los ojos y veo a Laura quitándome la blusa, besando mi cuello, bajando poco a poco hasta llegar a mis senos mordiéndolos con picardía; aprieto mis nalgas, cruzo las piernas, termino de subir mis bikinis.
¿Cómo llegamos a parar en la habitación de un hotel? Tener un mundo de sensaciones en tu cuerpo y no recordar nada de lo que paso, es sin lugar a dudas una de las emociones más desconcertantes que puedes tener, sobre todo cuando es una de tus amigas y un desconocido, es algo que quieres recordar a toda costa, ¿cómo olvidar una noche como esas? El dolor de cabeza y las ganas de despertar a Laura para saber qué paso, hacen que me ponga muy ansiosa. No puedo salir corriendo de esa habitación y dejarla tirada allí.
Suena un celular, y de un soplido aquel hombre se despierta bruscamente, exaltado, atiende la llamada, mantiene una conversación corta mientras busco rápidamente como taparme.
—¡Qué ridícula! Amanezco desnuda en la habitación del hotel con un desconocido, hago un ménage à trois y luego procuro esconder mi cuerpo.
Viene hacia mí ese hombre alto, fornido, con una protuberancia nada despreciable, me mira con sus ojos claros y me dice:
—Voy tarde a una reunión, me ducharé —me da un beso rozando mis labios, entre dormido— ¿Qué tal la pasaste anoche? me pregunto.
—Bien — respondí.
¡Joder!, quiero tomarme un antídoto para recordar la noche anterior. Cierro los ojos, veo a ese hombre dentro de mí, pasando mis manos por su pecho, tomando sus nalgas, me encuentro jadeando mientras unas manos tersas tocan mis senos y unos labios devoran mi cuello.
Abro los ojos, reconozco el placer de mi cuerpo y al recordar mis labios se humedecen, mientras mi mente juega con los recuerdos de mi lengua recorriendo suavemente el cuello de Laura,voy a la cama buscando respuestas, trato de despertar a Laura y una voz en el fondo de la habitación dice:
—Está muerta. ¿Cuándo nos volveremos a ver? La pasamos rico, me gustó como se lo hacías anoche, cómo la tocabas. Espero que lo hayas disfrutado, —saca de su billetera una tarjeta y me estampa un beso— ¡Despídeme de ella!
Cuando cierra la puerta, mi curiosidad no me deja tranquila.
— ¡Laura!, ¡Laura!, ¡Laura! — La llamo sin parar, la muevo con mi mano, hasta que abre sus ojos
— ¿Qué paso? — Se estira y esboza una sonrisa — ¿Estás bien? —pregunta al tiempo que quita el cabello de mi cara.
—Estoy aturdida. Se acaba de ir este chico, que ahora sé que se llama Raúl por su tarjeta de presentación, no recuerdo nada, me despierto en una habitación de hotel contigo y con Raúl, pues es lógico que este así, ¿Cómo llegamos a esto?
—Dejándonos llevar — dice sin quitarme la mirada de encima y una caricia pasa por mi cuello mientras se acerca un poco más — No tengas miedo, solo déjate llevar —
Se humedece los labios, su respiración se acelera y con un beso inicia el recuento de una noche llena de furor.

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