Después de muchos días, que realmente no he contado para no deprimirme, logré hablar por más de una hora con mi familia. A raíz de muchos factores, la comunicación entre nosotros ha sido bastante efímera. A veces les escribo en la mañana y la anhelada respuesta la recibo en la noche. Pero está, y aunque sea breve o escasa, es reconfortante para el corazón... metafóricamente.
En los exacto dos meses que tengo, la nostalgia ha sido grande. Tanto que hoy, al poder conversar con ellos, ya no me quedan más palabras que emitir.
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