Somos más que una bandera, un himno, una cultura y lo que nos representa más que nada es nuestra humanidad, nuestra esencia más allá de características para decir quién soy yo. Somos parte de un todo, una unidad donde crecer espiritualmente, mentalmente y físicamente va más allá de tu eres de tal color o tienes costumbres diferentes a mí.

En Venezuela este nirvana estuvo en cierta forma muy cerca de realizar, fue uno de los países donde recibió a personas de diferentes costumbres, etnias y culturas en su suave manto, desde italianos a árabes, peruanos, portugueses y la lista continua. Un sitio donde ibas podías encontrarte a ricos y a pobres comiendo en un mismo sitio, muy poco racismo, muy poco clasismo. Como bien decían fue el país de las maravillas para todos nosotros.

Ahora Venezuela está en un estado crítico, donde el pobre es más pobre y el rico es más rico, la línea de la jerarquía está cada vez más latente, hay quienes se han ido a pastos más verdes y quienes siguen pastando en sus tierras conocidas, pero hay algo más fuerte que eso y es el odio y la tristeza que les han sembrado, un odio que antes no era tan visto, el de aprovecharse de la necesidad de su hermano.

Cuando una madre busca medicinas para sus hijos, cuando un hombre busca comida, cuando una chica busca sus documentos para zarpar a mejores tierras, otra persona va y les pone una piedra, le cobra a sobreprecio, les niega lo que le corresponde. Yo les pregunto ¿Cuál es la necesidad de pisotear a un hermano?

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La primera razón del ser humano para estar dentro de una tribu, dentro de una comunidad, era la comodidad, el bienestar, mejorar el modo de vida, poder intercambiar su trabajo por bienes materiales y así con el tiempo de ocio que le quedaba estudiar las ciencias, el alma, el ser.

Ahora nuestra cabeza se llena de: ¿Qué podré llevar a la mesa con mi salario mínimo? ¿Cómo consigo más dinero? Necesito efectivo; entonces entre colas, compras, sobre-trabajo, entretenimiento balurdo se nos pasa la vida, tiempo que nunca vuelve.

Muchos al ver esta situación se han marchado, muy a su pesar porque como el hogar no hay, y bien es sabido que no ha sido bien recibido en varios sitios, descalificándolos de extranjeros; señores todos somos extranjeros, ninguno de nosotros no es cien por ciento de una raza, ni todos estamos cortados con el mismo cuchillo por ser de un mismo pedazo de tierra. Las personas malas y buenas vienen en todos los tamaños y colores, sin importar de donde vengan, la segregación que nosotros mismos hemos creado es nuestra perdición.

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Como Dios lo ha proclamado todos somos hermanos y hemos venido el mundo a amar al prójimo y ser mejores personas, señalarnos y odiarnos es una calle ciega. Él nos ha otorgado el planeta tierra, si no es que todo el universo a todos nosotros.

Por eso cuando vayan a otro país y sus hermanos los señalen y miren mal, sonrían y entiendan, solo es el mal hablando por ellos, eliminen ese mal trago y sigan su camino porque la tierra donde pisas ha sido otorgada por Dios para que la pises, al igual que el aire y el cielo, y un documento de extranjero no te va a decir dónde o a quien llamar hogar o hermano.

Cuando no tengas comida, necesites medicinas, piensa en Dios y ora, ora con el corazón y el proveerá, te aseguro que conseguirás, en momentos difíciles y oscuros como estos son cosas que nos da la vida, para que nos acerquemos más a Dios y con lo que él nos ha regalado: el Universo.
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