LOS ATILAS ROBOLUCIONARIOS

Era la primera vez que regresaba a mi ciudad natal BUDAPEST, desde que había cumplido un año. Recuerdo que iba en un taxi y el chófer me advirtió de que me fijara en cualquier cuadrilla de obreros que trabajan en la calle. Si hay diez verá que uno trabaja y nueve solo lo miran.

Dicho y hecho. El chófer me explicó que a pesar de que el comunismo había caído hacia veinte años la mayoría de los vicios adquiridos estaban casi intactos y difíciles de erradicar. Agregó: el comunismo es como Atila (apropiado el ejemplo para un húngaro), por donde pasa no vuelve a crecer la yerba. Siete años han pasado desde entonces y aún guardo fresco en mi memoria esta vivencia y pienso en mi pobre Venezuela.

Cuántos caballos de las hordas rojas tendrán que pasar por el suelo patrio, cuánta yerba dejará de crecer, cuánto vicio más se acumulará antes de poder salir de esta calamidad.
Qué empedrado va a ser el camino de la reconstrucción, qué difícil será la transición después de que estos ATILAS por fin se vayan. Pero lo lograremos.