Cada día que paso sin trabajo amplía la brecha acechante del desempleo en mi curriculum vitae, el estrés de la incertidumbre me afecta. También el sentimiento de vergüenza, ya que no le brindo a mi familia lo que debería.
A veces siento que quisiera rendirme, y ya. Y durante algunos períodos –a veces, meses– lo he hecho.
Es difícil no preocuparse por lo que piensan los otros sobre mí, sobre por qué llevo tanto tiempo sin encontrar empleo.
Muchas veces me preocupa llenar de mis dificultades a mi familia cercana, ya es lo último que me queda, sé que ellos en muchas ocasiones no pueden identificarse con mis frustraciones cotidianas.No hay nada de malo en perder un empleo. La vergüenza consiste en no poder conseguir otro, temo llegar a creer que el problema soy yo.
Solo quiero una oportunidad de nuevo, tal vez, solo tal vez algún día se dará, pero no sé si pueda resistir esta agonía en la que vivo, esta agonía que cada día me lleva al ostracismo laboral