Todos aquellos valientes que son capaces de empezar desde cero en un lugar donde las costumbres, tradiciones, las comidas y la gente son distintas a las nuestras, son de gran admiración.
Nadie es lo suficientemente fuerte para dejar sus raíces atrás, para dejar su modo de vida, para afrontar una realidad que puede tener muchos beneficios económicos, pero, ¿a que precio?.
Sonará un poco trillado, y sera la realidad de muchos, pero duele escuchar la voz de un ser querido diciendo lo mucho que te extraña, escuchar la voz quebrarse cuando dice que no ha sido nada fácil el estar noches en vela llorando, notarse nostálgico, el empezar de cero, el dejar todo atrás por el bien de los nuestros.
Todos los cambios son difíciles, adaptarse a ellos es lo que queda. La felicidad no es mantenerse en nuestro estado de confort, donde dejamos los sueños a un lado por verlos imposibles, la felicidad es luchar cada día aunque tengamos que dejar cosas atrás, pero la lección está en ver que el día de mañana ese gran sacrificio te dejara la mayor de las recompensas, nuestra felicidad.
Sea cual sea el motivo por el que se deje el hogar, la familia, el trabajo, etc,. debemos pensar que fue la decisión que nuestro corazón deseaba a gritos, ese anhelo que te dejara sin aliento el día de mañana, porque todos los seres humanos somos capaces de superar las adversidades cuando realmente algo apasiona.
El emigrante esta echo para derramar lagrimas de tristeza y de felicidad, pero son lagrimas que valdrán la pena, porque el día de mañana la recompensa sera tan grande que no se sentirá arrepentido de haberlo echo, al contrario, si le preguntan dirá, "Si volviera a vivir ésto lo haría otra vez""