Me parece que eso se debe a que no nos gustan los vendedores, nos parecen molestos, pero nos encanta pensar que tenemos las riendas de todo, que somos muy ingeniosos y que estamos en una especie de cruzada solitaria en la que los demás, al final del camino, acabarán dándonos la razón y diciéndonos lo valientes que fuimos por aguantar todos los obstáculos.
Pura fantasía.
¡Gracias por leerme!
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