Voy a endulzar mi amarga realidad con miel de la esperanza; diluiré mi actual adversidad con la savia del árbol de los sueños; la visualización de lo deseado, hará huir la tristeza de mi rostro, al conquistarlo la sonrisa; el invocar a dios activará el poder de su espíritu Santo, y la brisa que procede del mover de sus alas, hará secar la lágrima, y su sola presencia activará la paz, para que el corazón de corcel galopando, pase a dar suaves pasos que la quietud reclama y llenará de gozo mi atribulada alma, domando la ansiedad, despidiendo a la angustia; y mi oración hará que la penumbra huya, por la radiante luz que encenderá en mi espíritu con la energía divina que solo da la fe.
“Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”. (Efesios 6:16)
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