Sacrificios a los dioses para que regresen las lluvias

Cuando ingresé por primera vez al Coliseum de Roma mis piernas temblaron un poco, no entré como católica condenada por sus creencias pero sí como católica creyente que sabe el desenlace de miles de cristianos sufridos que hace unos veinte siglos entraban en ese horrendo lugar imaginando cual sería el fin de ese día.

Pero esta inocente creyente descubrió demasiadas cosas en su primera visita al lugar del terror para la cristiandad joven, descubrió cómo eran asesinados miles de esclavos por su condición de simple objeto de deseo romano, descubrió como cientos de especies animal perecieron para el divertimento romano dando con la extinción de alguna de ellas y descubrió como esos cristianos eran alimento para las fieras ante los ojos del público.

Esta pobre y asustada creyente no comprende bien esa sociedad que saciaba su precariedad en el circo, cuando algo marchaba mal se organizaban unos juegos y daba igual el hambre o una mala política mientras murieran seres vivos para olvidar los problemas. Imaginé si en un día como el de hoy sería un sacrificio a los dioses para que regresaran las lluvias, cuanto horror en cada mítica frase de la historia.

Esta pobre creyente entró al circo máximo por primera vez recibiendo demasiada información aún maravillada por su tamaño pero asustada por la magnitud del horror que se debió vivir desde sus entrañas antes de asomar a la arena y sí, este es el hilo argumental del resto de publicaciones que merece este fantástico palacio del terror del Imperio Romano .