En el paleolítico el arte era más que una expresión, era una copia de la realidad, que tenía una misión que desempeñar en los ritos que se realizaban antes de ir de caza, puesto que lo representado gráficamente era, en sí, el animal en cuestión. Según William Fleming (1992) el arte “… comienza en el mito y la magia, en la imaginación y la imaginería.”, es decir, el génesis del arte parte del concepto de magia de aquellas épocas lejanas pues el asombro de aquellos seres que vivían una constante lucha por sobrevivir ante los fenómenos naturales, los llevó a desarrollar unas teorías que conocemos como mitos para explicar aquellos sucesos incomprensibles para su intelecto.
El hombre de las cavernas representa la forma de lo que vio y lo hace con tanta maestría que se habla de un naturalismo, puesto que la gran mayoría de las imágenes plasmadas son animales y “… tenían como fin asegurar la reproducción de la caza, atraer ésta a sus trampas o incluso, para hacer suya la fuerza de las bestias feroces” (Marcano y Castro, 1999), pero estas representaciones mágicas, las cuales abarcan estatuillas y relieves, no fueron pensadas como decoración, al respecto Fleming (1992) señala “ Tampoco estas pinturas de relieve fueron concebidas como decoración u ornato. El hecho de estar en grutas casi inaccesibles sugiere más bien que fueron parte de santuarios en donde se celebraban los rituales mágicos”
Por ello se entiende que todas las representaciones gráficas que se han encontrado de este período tenían una función útil que estaba unida a un concepto de magia intrínseco, ya que la forma está ligada a la función mágica a cumplir.
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