Estimados amigos, dejo para la bondad de sus lecturas otro poema ilustrado del libro en proceso Chico Rata y otros sueños.
Poco a poco, este mundo se va poblando de seres del sueño y de las pesadillas.
Espero que lo ¿disfruten?...
Madre Noche había estado pujando, como con dolores de parto.
Su vientre estaba hinchado de sueños.
Alumbró una carcajada tremenda, hecha de jirones de sombra y humo
y el eco de su risa sacudió a una pesadilla que tejía el borde de su sueño.
Era una pesadilla de huesos secos y caracoles que llamaban desde la muerte.
(No parece hermosa, ya lo sé;
pero si tienes valor y te acercas
verás que su alma está cuajada de peces
que nadan por las lágrimas
con sus anteojos de luces).
También había un conejo.
Era un conejo atrapado en el mundo de huesos.
“Soy veloz como rayo, soy peligroso como una tormenta;
incendiaré tu playa con mi carrera”.
Eso decía Conejo y otros discursos más terribles,
pero los bordes del mundo blanco permanecían condenados.
(A veces la marea subía y sentía que se ahogaba.
Millones de peces lo miraban con sus anteojos de luces
y le hacían preguntas sin sentido).
Entonces la risa de Madre Noche reventó el mundo de huesos
y los caracoles se dispersaron entre las estrellas llamando a la muerte.
Las estrellas se sacudieron inquietas.
Algunas lloraron, temblando, mientras los peces entraban en sus ojos.
Y Conejo saltaba veloz dejando una estela de llamas:
“¿Por dónde llego hasta afuera, Madre Noche?
Quiero incendiarlo todo”, gritaba
y enseñaba sus dientes rojos y feroces.
(Solo la Luna, la compasiva Luna
miró sus ojitos negros.
Eran dos charcos minúsculos de miedo:
“Había una vez…”, le dijo
“Un conejo que subía veloz
por la escala dulce de un rayo de luna…”)
A veces ocurren cosas así
y se despierta el alma de la sombra
con tropeles y azúcar…
A lo lejos,
Más Allá, en el pozo del Tiempo,
los huesos resonaban su canción blanca y final.
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Chamo, que loco, me gusto un montón tu manera echar tu cuento, un saludo... Hiciste que me dieran ganas de escribir, me gusto tu dibujo.
Gracias, @enyer.
Tu entusiasmo es contagioso. Y me encanta eso. Recibe un abrazo.