Saludos familia Steemitniana, Espero la estén pasando muy bien. Gracias por permitirme una vez más compartir mis contenidos con ustedes.En pasadas publicaciones les refleje por medio de un cuento ( La Mujer Cardón), la penosa situación en que vive el oso frontino suramericano y creo que es necesario profundizar en el tema, ya que es la única especie viviente de la subfamilia Tremarctinae y el único úrsido de Suramérica.
En Venezuela se le conoce por los nombres: oso frontino, oso andino, el salvaje, oso negro, ucumari, la fiera, mashiramo (yukpa), masirsa (japrería), sabaidakú (barí), koju o jez (wayuunaiki).
Lo que les conté que sucedió en una comunidad de la montaña de Rio Claro, en las cercanías del Parque Nacional Terepaima, específicamente en el Guamito, lamentablemente es cierto y hoy día el osezno que se rescató, perdió un ojo y se encuentra en el Parque Zoologico Bararida, ( ha corrido mejor suerte que otros que no consiguen salvarse) por el desconocimiento o solo crueldad, todavía hay cazadores que torturan y matan a estos preciosos animales, devastan su habitad, por malas prácticas agrícolas quemando y talando sus bosques.
Este oso posee una banda ancha de tonos blancos o amarillos claros que puede extenderse hacia la frente, alrededor de los ojos, el borde del hocico, las mejillas y el cuello, hasta alcanzar el pecho, por eso lo llaman el oso de anteojos. Mide entre 1,12 y 2,22 m de alto y pesa entre 60 y 170 kg, siendo el macho más grande que la hembra. Su pelaje es denso y largo variando de negro a marrón rojizo. Es plantígrado, posee cinco dedos con garras largas y curvas no retráctiles y un «falso pulgar» en las patas delanteras. Presenta hábitos principalmente diurnos, solitarios, terrestres y trepadores. Es una especie omnívora, las palmas, bromelias y frutas son sus alimentos más comunes; en consumo de proteína se dice que es un oportunista.
La cacería furtiva es una terrible practica que ha diezmado significativamente la población de osos frontinos, en mi vida de excursionista he tenido la gracia de tener varios avistamientos de sus rastros y del animal, pero con el paso del tiempo se han hecho cada vez más escasos, esto se debe a la destrucción de su habitad, pienso profundamente que debemos hacer algo, con la caza furtiva y con los daños al bosque que propicia el ser humano.
Como les dije en mi primer post, vivo en un pedacito de esa cordillera andina por tanto soy corresponsable de primeramente difundir su situación, que en los últimos años he visto bastante amenazada por tanto es necesario entrar en un franco proceso de reeducación, y poner cada uno un granito de arena para proteger a este mágico ser que está en franco peligro de extinción.
Fuente: Rodríguez, J.P., García-Rawlins, A. y Rojas-Suárez, F. (eds.) (2015). Libro Rojo de la Fauna Venezolana. Provita y Fundación Empresas Polar. Caracas, Venezuela.