Te contaré algo que nadie sabe. Esos pensamientos que siempre quedaron conmigo en reuniones con amigos, en citas con psicólogos, en encuentros amorosos ocasionales y en mi cabeza. Esos secretos tan profundos que nunca te quise revelar por miedo. Todo lo que no pude decirte en estos últimos 8 años. Mi antes y mi después. Mi lado de la historia.
A los 14 años te conocí, Joaquín. Te conocí a través de un blog sobre mi banda de rock favorita y fue un click instantáneo. Eran tantas las similitudes que las horas se pasaban como minutos. Yo era una niña en plena adolescencia que descubría su ser, su verdadera personalidad. Entre tantas inseguridades, encontré en ti un escape. Un hombre a quién amar (ya que ni yo misma me amaba). Encontré un refugio, una dependencia. Mi salida a la soledad.
13 años nos diferenciaban y no me importó. Había una conexión tan fuerte que era algo imposible de ignorar. Fueron momentos inolvidables que jamás borraré de mi mente. La música, las risas, los gemidos, las fotos, las miradas...
Quizás la persona que lea esto piense que un amor por internet es algo ilógico y sin sentido, pero cuando conectas de una manera tan única con alguien es algo que simplemente se da sin explicaciones pero... no todo es color de rosas.
Empezaron los celos, las manipulaciones, las lágrimas y sobretodo el miedo. Al ser una mujer tan insegura tiendes a ser conformista por temor a quedarte sola. Contigo encontré un soporte pero mi error fue haber perdido toda mi intimidad y privacidad a tu lado. Pasé a ser una mujer muy vulnerable y muy dependiente. No podía tomar una decisión sin tener tu aprobación y por eso te oculté muchas cosas.
Sí, te fui infiel luego de 6 años de relación. Busqué en otra persona algo que tú no me podías dar: contacto físico. Me descubriste y fue terrible. La cobardía de no decirte fue lo que más me afectó, porque quería que siempre estuvieras para mí sin importar lo que pasara. Me descubriste y sentí que había cometido el error más grande de mi vida, y así lo fue. Debiste dejarme ir, debiste seguir tu vida y olvidarme pero decidiste perdonarme y quedarte.
Fue terrible lo que pasó ese día, Joaquín ¿Lo recuerdas? Me autolesionaba bajo tu influencia y lo hacía para ti. Eras tan sádico para verme por la cámara web mientras lo hacía y me decías que no parara para obtener tu perdón. Me despreciaba tanto que sentí que golpearme me absolvería de todo lo que te hice sufrir, siempre pensando en ti y no en mí. Era tan cobarde de dejarte por miedo a que le mandaras nuestras fotos a mis familiares. Era tan cobarde de dejarte por miedo a que mi vida se desestabilizara sin tu presencia.
¿Hasta donde puedes llegar por amor? ¿Qué tan ciego puedes llegar a ser por la alta dependencia que tienes sobre una persona? Es increíblemente impresionante la línea tan delgada que hay entre ser compartir tu felicidad con alguien y crear felicidad a partir de alguien.
Escribo estas líneas porque simplemente quiero plasmarlo en algún lugar. No creo que me leas Joaquín, y si lo haces pues lamento el trago amargo. Gracias por las cosas buenas que dejaste en mi vida, y a pesar del dolor y sufrimiento que oculté detras de tantos momentos felices te agradezco de igual forma todo el aprendizaje que vino contigo. Hoy, estoy en un lugar mejor. Hoy me amo y me elijo a mí por sobre todas las cosas. Hoy decido ser una nueva mujer, hoy decido ser libre de ti.
Wow! Es sorprendente no, como las redes sociales nos han ayudado mucho con respecto a estar en contacto con gente que no esta cerca y también como nos abrió paso al amor detrás de pantallas. Para muchos les ha funcionado pero para otros no, como en esta historia... Por casos como esta historia aunque hay peores, es necesario, es imperativo enseñarle a los niños el manejo correcto del internet y toda la responsabilidad que con ello conlleva... Si esta historia es una vivencia te agradezco por compartirla. No importa si Joaquin lo lee o no, lo importante es como te sentiste después de plasmarlo aquí.