Enfermedad, padecimiento, malestar, dolor… Sufrimiento.
Sinónimos de algo que la Medicina Tradicional China conoce muy bien, por la intensa observación que hace de la naturaleza. En el mundo que nos rodea, todo funciona de acuerdo a un ritmo muy particular, que se ha desarrollado a lo largo de muchísimo tiempo, logrando que funcione una dinámica que se regula sola.
Esto es lo que llamamos “equilibrio natural”. Las cosas ocurren cuando deben ocurrir, y del modo en que deben ocurrir, desde las estaciones, hasta el nacimiento y la muerte.
Del mismo modo, se dan equilibrios en universos más pequeños, como el cuerpo humano. Éste organismo es parte de un universo mucho más grande, y por ello se rige bajo las mismas reglas que el macrouniverso. De este modo, el cuerpo humano descansa cuando debe descansar, se alimenta en su momento, excreta desechos cuando hace falta, reacciona al frío, al calor, a la humedad y a la sequedad.
Sin embargo, el equilibrio perfecto es imposible, tanto el macrouniverso como en el microuniverso. A veces hay tiempos de sequía o de lluvia intensa; hay terremotos, incendios, o se desbordan los ríos. La salud, tanto de la naturaleza como del cuerpo humano, consiste en saber reaccionar de un modo eficiente al agente de desorden para reequilibrar el sistema. Del mismo modo, el cuerpo tiene mecanismos para reequilibrarse.
Por ejemplo, experimentamos sed al necesitar agua, y buscamos naturalmente dormir cuando lo necesitamos. También sudamos para liberar el calor, y estornudamos para expulsar cuerpos extraños de la nariz. Del mismo modo, nuestro sistema inmunológico trabaja arduamente. Estos ejemplos pueden parecer obvios, pero lo cierto es que, en nuestro mundo moderno, muchas veces forzamos nuestro cuerpo más allá de nuestra capacidad de respuesta: bien sea porque buscamos entretenernos o en nuestras labores (trasnochos, bebida y comida, ejercicio extremo, mucho tiempo trabajando en la misma posición), nosotros mismos saboteamos nuestra salud.
Los orígenes de la enfermedad:
En Medicina Tradicional China, desde hace más de tres mil años, se conocen diversos factores que nos predisponen a sufrir lo que esta disciplina oriental reconoce como equilibrios, y que nosotros en Occidente llamamos enfermedades:
El factor hereditario:
Pues sí, hace más de tres mil años ya se hablaba de factor hereditario. En la Medicina Tradicional China, la energía con la que vivimos no sólo proviene de la alimentación, sino también de nuestra reserva original, con la que contamos desde el nacimiento y que se va agotando a medida que pasan los años. Morir, de hecho, básicamente consiste en agotar nuestra “energía del cielo anterior”, es decir, nuestro potencial heredado. De nuestros padres podemos recibir cierta predisposición a tener un “terreno débil” (es decir, un área de nuestra salud física y psíquica con mayor posibilidad de sufrir desequilibrios. Por ejemplo, si nacemos con la energía de metal debilitada, podemos experimentar ataques de asma durante la vida, pues el Metal tiene que ver con el Pulmón y las vías respiratorias, además de la piel y el colon).
La alimentación y la respiración:
Si la energía heredada es la del cielo anterior, la energía que acumulamos constantemente para nuestro quehacer diario, la que viene de la respiración y la alimentación, se llama “energía del cielo posterior”. La heredada es una energía como una cuenta de banco, y la de la alimentación es nuestro sueldo. Por ello, para tener un funcionamiento al máximo, debemos alimentarnos bien, de acuerdo a la naturaleza de nuestro cuerpo. No todos podemos comer de todo, o en cualquier momento. La correcta alimentación es que aquella que se adapta a nuestras necesidades, sin abusos ni toxinas.
El factor externo:
Tan sólo por vivir en un medio determinado, estamos expuestos a las influencias que recibimos de él, y que nos rodean constantemente. La Medicina Tradicional China clasifica estas influencias en cinco grupos: el viento, el frío, el calor, la sequedad y la humedad. Es una clasificación muy sencilla, pero por demás intuitiva. El frío y el calor son el equilibrio más elemental, pero el frío puede derivar en humedad, y el calor en sequedad, dinamizados a través del viento. Todas las influencias juntas afectan el cuerpo de determinadas maneras. Y allí no sólo estamos hablando de factores climáticos, sino también de factores cósmicos, inclusive radiación electromagnética (proveniente de la gran cantidad de aparatos eléctricos que nos rodean), microorganismos, y rayos solares. Todas estas influencias juntas nos afectan, aunque no nos demos cuenta, y tienen sus consecuencias.
El factor emocional:
Este factor es importantísimo, pues un gran porcentaje de los desequilibrios del cuerpo proviene de previos desequilibrios del Shen (como se conoce en Medicina Tradicional China a la psique). Ya hace miles de años se observaba esta influencia en Oriente. Pero, como ya sabemos nosotros desde hace mucho tiempo, cuerpo-mente también es un eje que debe estar equilibrado.
¿Qué hacer?
La Medicina Tradicional China, al igual que la medicina alopática, trabaja con los contrarios: si hay fiebre, se baja la temperatura, por ejemplo. Sin embargo, la primera trabaja desde un estadío incluso anterior al de la medicina occidental: lo hace desde un plano energético. Y su influencia, comprobada muchas veces empíricamente, y a través estudios científicos, es mucho menos agresiva para el cuerpo. La idea de la salud es actuar preventivamente, buscando conscientemente la salud, y fortaleciendo los terrenos débiles, de modo tal que estemos mejor preparados para el desequilibrio que siempre está junto a nuestra puerta.